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Vejez

En nuestros días los viejos sólo existen como seres desvalorizados, y en tal forma que hasta la palabra o se está eliminando del lenguaje y a la vejez se la llama , e incluso los viejos se molestan si los llamamos así.

Pero en los sueños sigue perviviendo el anciano, y cuando aparece es realmente viejo y, como en la antigüedad, representa aquella sabiduría que proporcionan los años; es un símbolo más de la madre tierra, de la eternidad, del espíritu de los antepasados.

Y con tales poderes y cualidades casi mágicas son una entidad protectora y benéfica o el destino inexorable.

No es raro que en los sueños aparezcan tres ancianas de edad indefinible -las tres parcas, dueñas del destino- para hacernos presente que a pesar de sentirnos fuertes y arrogantes, el destino está por encima de nosotros y en cualquier momento puede rebajarnos al lugar que realmente nos corresponde.

O puede ser una única figura de anciano -hombre o mujer- que parece asegurarnos que nuestros temores son injustificados, pues ya sea el espíritu de nuestros antepasados, el ángel guardián o el ángel guardián o el guía que vela por nosotros, siempre existe una protección invisible que nos preserva de muchos peligros.

Estos sueños de ancianos siempre son trascendentes, y si bien no son frecuentes, sí impresionan.

Normalmente, domina el aspecto benéfico o el sentido del destino, pero cuando no es así se refieren a la maldad primitiva, ancestral, y aparecen como la bruja o el hechicero, que si bien a veces podemos relacionar con alguna persona -también vieja y malvada- de la vida real, casi siempre delatan la maldad oculta que existe latente en nosotros hasta que no alcanzamos un determinado grado de evolución.

Véase, también, JUVENTUD.



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