Cuando en un sueño debemos escoger entre varias direcciones o simplemente cuando nos fijamos en la orientación de las puertas y ventanas de una casa, la dirección que escojamos o hacia dónde queden orientadas las aberturas de la casa tienen una importancia real, pues indican hacia donde
Todo ello es un problema muy complejo en el que, además de factores personales en los que es imposible entrar, intervienen factores de localización geográfica, e incluso de inconsciente colectivo, es decir, universales, comunes a toda la humanidad.
En efecto, es de orden universal que Oriente (el este) se opone a Occidente (el oeste), como la espiritualidad al materialismo; la vida contemplativa a la vida activa; lo irracional a lo racional; la luz a la oscuridad; el pasado al futuro; el nacimiento (o la vida) a la muerte.
Y todo ello basado en un simbolismo tan simple que parece banal: el sol nace por Oriente y muere por Occidente. Y a pesar de parecer tan banal, es algo tan real e irrebatible como la misma vida, pues nadie puede negar -incluso ahora con la internacionalización y occidentalización del mundo- que en todos los dilemas expuestos el primer término se corresponde con el carácter oriental y el segundo término con el carácter occidental.
De un carácter más geográfico es la orientación norte-sur, pues en los países azotados en invierno por los vientos helados del norte este punto cardinal es el que simboliza todo lo malo y malvado; y es desde el sur de donde llega el calor y, con él, todo lo bueno.
La excepción la constituyen aquellos pueblos y culturas de clima templado y protegidas de los vientos polares, como es el caso de la griega y la judeo-cristiana, que sitúan al norte la morada de los dioses, invirtiendo los términos de la realidad.
Es por ello que en los países cristianos el Cielo está al norte y el Infierno al sur, realizando las equivalencias norte = arriba (y por tanto igual a fuera, a extroversión) y sur = abajo (y por tanto igual a dentro, introversión.
Resumiendo y constriñéndonos al mundo de los sueños, diremos que cuando nos orientamos en ellos, lo hacemos para escoger entre subir al cielo (norte) o bajar al infierno (sur); para volver a los orígenes (este) o para resignarnos con nuestro destino (oeste).